Siete letras por cobija
- Tú duermes, ya lo sé
- La luna es una ausencia
- Yo pienso en ti
- El momento
- En el amor
- Nocturno
- Siete letras por cobija
- Esta es mi hora
- Métrica del mar cuando se adentra
- El hilo venturoso
1. “Tú duermes, ya lo sé…”
Julia Prilutzky
(Ucrania)
Tú duermes, ya lo sé.
te estoy velando.
no importa que estés lejos,
que no escuche
tu cadencia en la sombra;
no importa que no pueda,
pasar mi mano sobre tu cabeza,
tus sienes y tus hombros.
Yo estoy velando, siempre.
no importa que no pueda acurrucarme
para que tú me envuelvas, sin saberlo,
para que tu me abraces sin sentirlo,
para que me retengas
mientras yo tiemblo
y digo simplemente
palabras que no escuchas.
Yo puedo estar tan lejos,
pero sigo velando cuando duermes.
2. “La luna es una ausencia”
Carolina Coronado
(Tomado de: Poesía Romántica,
Poemas de Amor, Mensajes de Cariño)
Y tú, ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa,
cruzando los espacios ondulante
tras los vapores de la nube acuosa?
Negra la tierra, triste el firmamento,
ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
y suspirando entre el oscuro viento
tenebrosos espíritus vagaban.
Yo te aguardaba, y cuando ví tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.
¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!
3. “Yo pienso en ti”
José Batres Montúfar
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente,
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de la luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de su nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme, en ciego frenesí,
sin proferir un sólo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.
4. “El momento”
Kathleen Raine
(Inglaterra)
Para escribir todo lo que contengo en este momento
tendría que verter el desierto a través de un reloj de arena,
el mar a través de un reloj de agua,
grano a grano y gota a gota
de los mares y arenales sin huellas
inconmensurables, mudables.
Porque los días y las noches de la tierra
están rompiendo sobre mí,
las mareas y arenas están corriendo a través de mí,
y sólo dos manos y un corazón tengo para sostener
el desierto y el mar.
De todo ello,
¿Qué puedo contener?
se me escapa y elude,
las olas me arrojan a lo lejos,
el desierto se desliza bajo mis pies.
5. “En el amor”
Diana Rodrigo
creo en el amor. Creo en el amor
y lo digo dos veces y muy alto,
porque es la religión de los poetas
el creer que el amor es un milagro.
Creo en tus ojos –oración de mi alma-
en el refugio dulce de tus manos,
y en la noche que marcha hacia nosotros
palpitando en la piel como un relámpago.
Y creo en la plegaria convertida
en una forma nueva de abrazarnos,
en el silencio compartido…siempre,
cuando tiembla la lluvia entre los labios.
6. “Nocturno”
Isabel Rodríguez Baquero
(España)
Estás en mí, esta noche, sin posible retorno,
sin un solo recurso que me libre de ti.
Te siento en mi cintura como un estrecho abrazo,
te siento en mi garganta, donde tiemble tu voz.
Me siguen en la noche tus ojos insondables
ese infinito océano, oscuro y abismal.
Me envuelve tu silencio, tu infinita ternura,
tus largos aislamientos, tu tristeza tenaz.
Me salpica la boca el chorro de tu risa,
subes en oleadas constantes por mi piel.
No puedo defenderme del calor de tus manos,
ni de tu boca triste, ni de tu claridad.
Te siento como un aire caliente en el costado,
llevo grabada a fuego la marca del amor.
Estás entre mis libros, mis antiguos papeles,
la música que amo, en mi viejo reloj.
Te enredas en mis versos, te bebes mis palabras
y todo lo que escribo te transparenta a ti.
Esta noche te siento subir por mi silencio
Y siento que ya nada me queda por hablar.
No quiero que me ocupes, no quiero que me afluyas
como un río incesante de piedras y de sal.
No quiero que me envuelvas, pero tal vez lo quiero.
tal vez ya no supiera como vivir sin ti.
Estás en mí, esta noche, y ya no me defiendo:
arrásame la vida y déjame morir.
7. “Siete letras por cobija”
Cristina Sainz Borgo
(Venezuela)
A veces deletreo tu nombre
en medio de la bruma
y me lo pongo de chaqueta
para quitarme el frío:
siete letras me cobijan
en esta tierra donde parece
no haber refugio…
8. “Esta es mi hora”
Sonia Sastoque
(Colombia)
Esta es la hora que amo,
esta es la hora mía;
donde soy,
donde nadie manda en mí.
Esta hora es mi plenitud;
nadie grita,
la soledad y la tranquilidad
son mi compañía.
Ahora; en esta justa hora
no doy órdenes,
no suplico que me cumplan,
no debo se mamá,
no tengo porque ser esposa,
Estoy plena,
repleta de los mismos defectos que antes
pero absolutamente perfecta para mí.
Esta es la hora donde soy poeta,
escritora y un poco loca,
bohemia en mis palabras;
aquí lloro con las letras
y con los versos me perdono,
en sonetos me hago soberana
y solo con desearlo, soy amada y admirada.
Esta es mí hora;
tanto, que quizás es un sueño
porque me has dicho: Te quiero.
9. “Métrica del mar cuando se adentra…”
Mare Infunditur”
Elena Soto García
Amor, sé que me adentro,
y que nunca debiste quitarte las aristas.
Curvaste el alma,
te hiciste bahía,
ofrendaste la arena de tus playas.
Y el mar es cruel,
disuelve lo que toca,
golpea, brama,
devolviendo a la tierra lo que no le pertenece,
pero también es profundo y se adentra.
fundiendo a quien como tu no opone resistencia.
Amor nunca debiste quitarte las aristas.
10. “El hilo venturoso”
Carmelo Duarte
(Venezuela)
Cuando un arte ha calado en nuestro ser,
en el alma retoñan
todas las bellas artes
cuya esencia es la misma:
madera humana en tren de modelado,
torrente incontenible de afanes creadores,
caldera hirviente de hondos sentimientos
Habilidad expresiva es mística en el canto
del pajarillo de la vocación,
picapedrero del impulso
hasta el íntimo goce
de acercarse a la meta.
Amar el arte es la total entrega
a un embrujo continuo, a una batalla.
Si alguna vez terminas satisfecho
el mundo del poema que soñaste,
al instante verás como aparece
el azul germinal de otra promesa.
La pintura y la música
se bañan en la sangre
de la aorta que mueve al corazón
de la vibrante poesía.
La escultura es la máxima conquista
de la palabra y el color.
La bóveda y el arco
son el requerimiento
del más noble quehacer
que inventó el hombre
Para justificar la luz de su existencia.
La vida apenas nos permite
el palpitar en uno de esos templos
en que la humanidad se dignifica;
pero quien nunca llegue a ellos,
caerá en el vacío
sin encontrar el hilo venturoso
que lo mantenga en el recuerdo.
Cultivemos, sin tregua,
ese vergel divino
que, adentro, nos espera;
porque, aprendiendo a ser más grandes,
nos mueve la esperanza de ser buenos.
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